Imagínate vivir en un lugar, donde una vez al año, salir a la calle es encontrarse cara cara con el diablo. Eso es lo que le podría ocurrir a cualquier vecino de Jaca (Huesca) hace muchos años.Y es que en Jaca, antiguamente se celebraba el día de su patrona Santa Orosia el 25 de junio de una forma un tanto diferente. Cientos de endemoniados de todas partes de España ( incluso de otros países), venían a ser exorcizados a la catedral de Jaca.
El lugar se convertía en una hospedería donde una noche antes de la festividad, los obispos realizaban todo tipo de rituales a los enfermos mentales, que según ellos estaban poseídos por el mismísimo demonio. Estos rituales iban desde meterles rosarios por la boca a atarlos a la fuerza para rociarles agua bendita o cualquier otra cosa como en la película de El exorcista. Todo eso ocurría en la noche anterior a la festividad dentro de la catedral, haciendo que las calles de alrededor, donde el resto del año reinaba la calma, se convirtiera en un pasaje del terror al retumbar los gritos y alaridos en sus fachadas.
La patrona Santa Orosia era conocida por tener el poder de curar a los "espiritados" (como lo llamaban allí), y una vez hecha la limpieza del maligno a toda esa gente y siendo de día, salían en procesion por las calles, donde los centenares de enfermos entraban en trance convirtiendo la profesión en lo más absurdo. Por suerte, en 1947 hubo un obispo que entendió que esa gente estaba enferma y necesitaba un médico, no un exorcismo, y decidió prohibir la tradición de traer endemoniados .
