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miércoles, 12 de mayo de 2021

Las Leyendas de Peñiscola

Peñíscola es uno de los pueblos mas bonitos de España. La imagen de su casco antiguo en la falda del castillo enclavado en un peñón que se adentra en la mar, te hace pensar que llegas a un lugar mágico.
Nosotros fuimos allí en busca de sus leyendas, que no son pocas. 


Todo empezó con los Templarios:

Los templarios eligieron este lugar y construyeron su castillo sobre los restos de una antigua alcazaba árabe entre 1294 y 1307. Ellos sabían elegir los lugares donde asentarse. Elegían lugares donde notaban una especial energía y este lugar tuvo que parecerles poderoso. 
Bajo la población existen corrientes de agua dulce, cuevas, túneles y boquetes en la roca como el del ´´bufador``, que podéis ver en el pueblo, y en días de mucha marea hace que resuene en la calle junto un chorrazo de agua. Cuentan que en su época llego a espantar a enemigos que venían a invadir Peñíscola.

El Bufador de Peñiscola

La historia cuenta que los templarios de París, ante la amenaza del Rey de Francia (Felipe IV), contactaron con la Orden de Peñíscola  para enviar sus tesoros y tenerlos protegidos por el rey (oro, metales, piedras preciosas y un manuscrito escrito por Salomón capaz de cambiar el mundo).  Felipe IV ordenó incautar los tesoros de los Templarios de París pero no llegó a tiempo y el barco consiguió salir al mar con los cofres dirección a Peñíscola. La leyenda cuenta que el tesoro sigue escondido por el Castillo o en alguna parte de la Sierra de Irta.

En el castillo nos esperan unas espectaculares vistas al mar Mediterráneo.

La llegada del Papa Luna

En 1411 Benedicto XIII (Papa Luna) designó el castillo de Peñíscola como sede pontifica, donde se refugió durante el cisma de Occidente negándose a dejar su papado. La división entre la iglesia católica fue tal que hubo hasta 3 Papas al mismo tiempo, incluso intentaron envenenar al Papa Luna metiéndole arsénico en un postre, pero salió con vida (cosas de la iglesia).

La leyenda cuenta que tras el abandono de los suyos, el Papa Luna intentó huir construyendo una escalera desde el castillo hasta el mar con sus propias manos en una sola noche, perdiendo así el anillo papal en el mar. Hoy en día todavía no han encontrado el anillo. Tampoco han encontrado el Códice Imperial a pesar de ser buscado por todos los rincones del castillo. La iglesia removió tierra y mar para hallarlo ya que dicho pergamino, escrito por el emperador Contastino y guardado en una cánula de oro, tenia el secreto para terminar con la fe cristiana.

En la foto se puede observar las escaleras  que terminan en la roca como cuenta la leyenda

El Papa Luna murió a sus 94 años el 29 de noviembre de 1423. Estuvo enterrado en el castillo para luego ser trasladado a Illueca, su lugar de nacimiento. Allí estuvo expuesto en una vitrina de cristal su cuerpo incorrupto, donde miles de fieles acudían para pedirle milagros. En la guerra de la Sucesión en el siglo XIX los franceses saquearon el palacio de Illueca, que destrozaron y lanzaron los restos del pontífice por el río Aranda. Los huesos se perdieron pero un labrador de la zona encontró su cabeza.

La cabeza del Papa Luna descansaba en Argillo de Sabiñan (Zaragoza), hasta que el Pontifice volvió a ser noticia en el año 2000, ya que unos paletos del mismo pueblo robaron su cabeza y pidieron una recompensa al ayuntamiento. En pocas horas fue recuperado el cráneo y detenidos los ladrones.

Estatua del Papa Luna en la entrada del castillo.

Hoy en día dicen que el espíritu del Papa Luna vaga eternamente por el castillo de Peñíscola, ya que el resto de su cuerpo nunca fue encontrado. Nosotros cuando fuimos no vimos nada extraño y eso que tuvimos suerte de estar solos en muchas estancias del lugar, porque con esto del coronavirus apenas hay turistas. Así que aprovechamos para hacer algunas psicofonías en las que en ninguna se ha grabado nada interesante, pero sí pudimos respirar las historias y leyendas que Peñíscola esconde.