Leyéndome el libro "Guía de la España misteriosa" de Pedro Amoros, hubo un caso que me resultó gracioso y al ser algo diferente a lo que estamos acostumbrados, pensé que no podía estar sin coger polvo en nuestro trastero maldito.
Al tiempo la marquesa de Hormaza compró la casa que ya era conocida por el curioso caso de los enanos. No tardaría mucho en abandonar la casa, ya que en la misma mudanza la marquesa envió al mayordomo a comprar unas cortinas de un tamaño y color en concreto, y al rato de irse el mayordomo, apareció un enano con la tela del color y medida que ella misma solicitó. La marquesa, del susto se desmayó, y al despertar, las cortinas ya estaban colgadas. Con el susto en el cuerpo no dudó en llamar a su confesor. Sus sirvientes aún no habían llegado al convento cuando a la marquesa mientras les esperaba en su nueva casa, le visitó otro enano con el monje que había solicitado. La marquesa salió corriendo como alma que lleva el diablo y no volvió a pisar la conocida "casa de los duendes".
Pero ahí no terminó todo. A los años el canónigo Melchor de Avellaneda fue el siguiente inquilino sin creerse las habladurías de la gente. A los pocos días de estar viviendo en ella, el canónigo mientras escribía una carta al obispo pidiéndole un libro, le apareció un enano por la puerta de la habitación con el ejemplar que acababa de escribir en la carta. Con el susto no tardó en abandonar la casa.
A los años el vecindario pidió a la iglesia exorcizar la casa por el miedo que les daba el lugar. La Inquisición, aceptó la petición y a los días se personaron en la vivienda dispuestos a exorcizar y asaltar la casa. Después de mojar la fachada con agua bendita, los vecinos armados con picos, palos, látigos y demás, esperaban la orden del Santo Oficio para comenzar el asalto. La idea era atrapar a los duendes para descuartizarlos y quemar sus restos. Al entrar se encontraron con algún que otro maleante y gente sin hogar que se refugiaban en la casa, que con el susto que le dieron los vecinos destrozando la casa salieron corriendo, pero no encontraron ni rastro de duendes. La casa volvió a quedar abandonada hasta que en mitad del siglo XIX fue derribada. Se llegó a decir que los enanos aparecían de alguna trampilla que daba a algún sótano escondido de la casa, donde tenían algún tipo de taller clandestino, y al ser derribada se quedaron en el lugar enterrados. Otra gente dice que nunca se demostró nada.
Si quieres ir en busca de enanos o duendes (como los quieras llamar), solo tienes que ir entre la calle Duque de Liria, Mártires de Alcalá y la plaza del Seminario de Nobles, por allí se encontraba la casa que en su época dio tanto que hablar.