Hace muchos años que a Azorita del Maestrazgo no llegan los gritos desgarradores de los exorcismos que realizaban en el Santuario de la Balma. No pasan por Azorita los mismos caminantes en busca de milagros realizados por la Virgen de la Balma. Pero hace unas semanas ahí estábamos nosotros realizando nuestra particular ruta del demonio. Y es que entre Mirambel y el santuario de la Balma sólo hay 30 minutos, y del santuario a Sant Mateu, 40 minutos. Tres puntos cercanos para pasar el día recorriendolos. Incluso si quieres pasar más tiempo por la zona no es problema, ya que cerca tenéis el pueblo medieval de Morella y otros atractivos turísticos. Si no sabéis el misterio que esconde Mirambel y Sant Mateu lo podéis descubrir en las entradas anteriores.
La prisión del Demonio (Sant Mateu)
El cura endemoniado (Mirambel)
El santuario de la virgen de la Balma se comenzó a construir a raíz de que se le apareciera a un pastor manco, la Virgen. Ella le prometió que si construía una ermita en ese mismo lugar dejaría de ser manco. Así que el pastor le hizo caso y el brazo recuperó ( dicen). Al tiempo fue recibiendo muchos peregrinos y fueron agrandando el santuario.
Pero vamos directamente a la época que nos interesa, y es que en el siglo XVIII el lugar se convirtió en un decorado para película de terror. Empezó a llegar gente de muchísimos lugares con sus familiares supuestamente poseídos, y una vez allí les hacían de todo para extraerles el demonio. Unas brujas vestidas totalmente de negro llamadas Caspolinas, venían desde Caspe para realizar los famosos exorcismos. Levitaciones, poseídos hablando lenguas muertas, personas en trance con los ojos en blanco, posturas imposibles y cualquier cosa que podría salir en una película de terror se contaba que ocurría en ese lugar. Lo cierto es que al poco tiempo comenzaron a merodear extraños personajes: espiritistas vende humos y timantes que captaban endemoniados y les practicaban supuestos exorcismos. Aquellos poseídos se trataban de enfermos (casi siempre de epilepsia), y les hacían pasar verdadero sufrimiento. Descalzos como penitencia, les hacían subir hasta el santuario pisando esas piedras puntiagudas que todavía se observan a la entrada de la ermita. Más de uno de esos enfermos terminaba desmayado sin fuerzas para caminar, después de esos exorcismos. Aquella orgía de sadismo frenó en seco al llegar la guerra civil. La gente dejó de ir y al terminar la guerra, el dictador Franco no dejó que en ese lugar se congregara tantísima gente, así que la barbarie cesó para siempre.
El lugar está en un enclave paisajístico espectacular. La hospedería junto el restaurante le quita un poco de encanto y misterio al santuario, pero aún así la visita nos encantó. Andar por esas cuevas en forma de pasillo y por sus balcones con vistas impresionantes, pisar esas piedras en la que los supuestos endemoniados dejaban su sangre por ir descalzos, te hace volver al pasado. Luego esa entrada a la ermita enclavada en la roca, es impresionante. Una vez dentro, nos llamó la atención el techo de roca manchadas de negro. Pensábamos en un principio que podría ser por el humo de las velas, pero descubrimos que la ermira ha sufrido más de un incendio, y ese techo ennegrecido le da un aspecto sobrecogedor.
También existe una leyenda en una de las cuevas que hay por ese paraje. Se dice que por esa cueva vieron varias veces aparecer la silueta de un monstruo como si del demonio se tratara. Para evitar que el demonio saliera de ese lugar pusieron una cruz bendecida y se dice que nunca más se ha vuelto a ver. Hoy en día sigue en pie esa cruz. Nosotros no la vimos, pero tampoco la buscamos ya que no éramos sabedores de esa leyenda.
